A finales de 1976, el Estado traspasó la gestión del Festival de San Sebastián a la capital guipuzcoana, provocando que, por primera vez, el certamen dejara de estar dirigido desde la sede del Ministerio de Información y Turismo en Madrid y estuviera colegiado por un órgano compuesto por representantes provenientes de asociaciones de artistas, vecinales y cineclubistas. En su también proceso de Transición, el Festival conoció todo tipo de renovaciones en sus siguientes ediciones, entre ellas, el primer Ciclo de Cine Realizado por Mujeres.

Ideada y organizada íntegramente para la 26º edición del certamen por las integrantes de la Asamblea de Mujeres de San Sebastián, la sección se compuso de 25 películas realizadas por Chantal Ackermann, Agnès Varda, Mártha Mészáros, Larisa Shepitko, Věra Chytilová, Helke Sander, entre otras (algunas de ellas presentes), así como de otras actividades paralelas como charlas, encuentros y debates que la nutrieron de espacios para el diálogo y la formación. El ciclo contó con imagen propia y la mayoría de las sesiones tuvieron lugar en los ya desaparecidos Cines Savoy. La celebración del ciclo no tardó en hacerse eco en la prensa local e internacional y evidenció las tensiones ideológicas entre las diferentes líneas editoriales presentes en San Sebastián.

Entre la vasta presencia internacional, Mirentxu Loyarte, Pilar Miró y Cecilia Bartolomé vieron proyectadas sus películas Irrintzi (1978), La petición (1976) y ¡Vámonos, Bárbara! (1978), respectivamente, en la iniciativa feminista. En este punto, cabe rescatar un hecho insólito: egresada de la Escuela Oficial de Cine junto a estas dos últimas, Josefina Molina, vio rechazada la inclusión de su película El camino (1978) en el Ciclo de Cine Realizado por Mujeres.

En julio de ese mismo año, Josefina Molina dirigió una carta a la organización del Festival con el mismo interrogante que el cineasta Antoni Padrós había planteado al certamen el año anterior: la posibilidad de proyectar su película en 16mm con el objetivo de ser incluida en la programación.

Si bien, en el caso de Padrós, el subformato no presentó objeciones, la respuesta que Pilar Olascoaga, Secretaria General del Festival, dio a Josefina Molina fue tajante:

Sin duda, la historia de los subformatos cinematográficos se ha visto atravesada por las limitaciones de su propia tecnología, afectando en última instancia a su distribución y exhibición, especialmente en espacios y circuitos hegemónicos. Sin embargo, en este caso, se desconoce cuál fue la motivación real para el rechazo de la película. Si bien su película no pudo verse en San Sebastián, Josefina Molina asistió como invitada del ciclo, acudiendo al resto de las proyecciones y formando parte de las mesas de debate que acompañaron a la sección.