La 37ª la edición del Festival de San Sebastián, la última dirigida por Diego Galán en su primera etapa como Delegado General del certamen, estuvo marcada por una visita histórica: Bette Davis se convertiría en la primera mujer en recibir el Premio Donostia, el reconocimiento honorífico que el Festival había instituido en 1986. San Sebastián sería también la última aparición pública de la actriz de Hollywood, que fallecería en París pocos días después.

Davis inició su carrera artística en el teatro y debutó en el cine con Bad Sisters (Hobart Henley, 1931), concebida apenas tres años antes de la aplicación del Código de Producción de Películas, que recogía las diversas directrices de censura y moldeó las formas de representación en las producciones estadounidenses durante más de tres décadas. Davis es indisociable del arquetipo de la femme fatale y sus personajes constituyeron gran parte del imaginario de la mujer villana – si bien estudios posteriores han permitido una lectura transgresora de sus personajes -. Sus interpretaciones le valieron once nominaciones y dos premios Óscar, así como el título de la primera mujer en asumir la presidencia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas estadounidense.

El fondo de prensa del Festival se presenta nuevamente como lugar para imaginar películas que pudieron ser. Según registró el Diario de Navarra en una de las últimas entrevistas concedidas por Davis, su estrecha vinculación con la institución americana pudo haber sido inmortalizada en celuloide: “me gustaría hacer una película basada en la trastienda que tiene la propuesta y concesión de los premios Óscar. Es un proyecto que estoy acariciando desde hace tiempo pero que por una causa u otra se ha ido demorando.”

La negociación de su visita a San Sebastián se llevó a cabo gracias a la intermediación del productor Wolf Kochmann, quien diseñó, junto al equipo del Festival, una minuciosa agenda en favor de la debilitada salud de Davis, que Kathryn Sermak, su asistente personal, se encargaría de ejecutar: una rueda de prensa en la que se repasaría toda su trayectoria y su participación en la gala del Premio Donostia. Tal y como anuncia Kochmann en la carta que dirige a Pilar Olascoaga tras el fallecimiento de la actriz, la rueda de prensa que ofreció en el Hotel María Cristina fue emitida en todas las cadenas de televisión estadounidenses.

Su última aparición pública sería en la gala de clausura del certamen, en la que entregó dos Conchas de Oro ex aequo: la primera, a la producción estadounidense Homer and Eddie del cineasta soviético y coguionista de Andréi Rublev (Andréi Tarkovski, 1966), Andrei Konchalovski, quien agradeció el reconocimiento arrodillándose ante uno de los grandes mitos de Hollywood. Davis entregaría un segundo galardón histórico a Jorge Sanjinés, el primer cineasta boliviano en recibirlo, por su película La nación clandestina, presentada por el grupo de cine militante Ukamau.